Periplos okupa

Publicado en Freeway (Montevideo) y en Indig-NACIÓN (Nueva York)

Salí de Uruguay en el año 2000, para irme a vivir a Jerusalén por cinco años más, y terminar en Nueva York. Un periplo removedor, sin duda, en todo sentido de la palabra:  remoción física y mental. Mi vida en esos años de recrudecimiento del sempiterno conflicto árabe-israelí me eximieron de toda mirada turística hacia el estado de Israel y su política de ocupación. Las vueltas de la vida universitaria me trajeron a Estados Unidos, desde donde escribo estas páginas ahora mismo. Acá también hay un par de guerras, pero se ven por televisión, codificadas con estética de videojuego en los reportes de Fox News que el almacenero (aquí le llaman bodeguero) de abajo del edificio donde vivo pasa las veinticuatro horas. En el 2009 llegó la crisis. Mi madre, conversando un día por teléfono, un día me decía que yo debía ser “gafe”, porque a cada lado que iba, se armaba quilombo. Recuerdo que el día que me subí al avión para ir a Israel, Ariel Sharón había ido a la explanada de las mezquitas en Jerusalén. Al día siguiente —día de mi aterrizaje— comenzó la segunda Intifada, que formaría parte de mi experiencia cotidiana los siguientes cinco años. Llegado a Nueva York, el gobierno desastroso de G. W. Bush logró, sin proponérselo, cumplir con el sueño anti-imperialista del derrumbe del imperio.

Una de las respuestas fue el movimiento Ocupar Wall Street, surgido de una iniciativa del grupo canadiense Adbusters, como una forma de trasladar al seno de la sociedad estadounidense, y en particular a la “barriga del monstruo” (alusión martiana a Nueva York, que para mi sorpresa estaba bastante extendida entre la gente que participaba del movimiento) la experiencia de levantamientos populares que se venía dando en Medio Oriente y Europa, y que también tenía sus antecedentes en las movilizaciones latinoamericanas que marcaron el fin del apogeo ideológico neoliberal, en particular, el movimiento asambleario argentino, en el que habían participado algunos de los  organizadores de la ocupación del parque Zuccotti en Nueva York.

La idea no era extraña para mí. Yo ya había participado en las ocupaciones que llevó a cabo el movimiento estudiantil en Uruguay en el año 1996, y en Israel había tenido oportunidad de participar en las reuniones de Ta’ayoush, el grupo de cooperación árabe-judío, que si bien se centraba en la lucha contra la ocupación militar de Palestina por el ejército israelí, había tenido que acudir a la táctica de la ocupación en algunas ocasiones. Una de ellas fue la ocupación de la cancha de fútbol de la universidad palestina de Al-Quds, en Jerusalén oriental, para evitar que el muro que estaba construyendo el gobierno de Israel atravesara el campus universitario. Unas semanas después de esa acción  volví al lugar, para comprobar que el muro se combaba eludiendo la cancha, y seguía un poco más al norte con la ruta prefijada, para reunirse con el tramo construido en Samaria.

Las ambigüedades semánticas del término ocupar no estuvieron ajenas al debate del movimiento Ocupar Wall Street: por ejemplo, los puertorriqueños plantearon la necesidad de incorporar la retórica de la desocupación en casos de dominación colonialista. Llamaron a las asambleas en San Juan (Des)ocupa Puerto Rico. Pero más allá del debate sobre los términos y la semántica, lo que personalmente me llamó la atención fue el hecho de que en esas tres diferentes experiencias políticas en las que había participado con tantos quilómetros de distancia alrededor del mundo (Uruguay, Israel, Estados Unidos) existían ciertos denominadores comunes: la toma de decisiones por consenso en una dinámica asamblearia, la búsqueda de mecanismos de participación política horizontales o el aprovechamiento de medios de comunicación alternativos, como radios comunitarias o las redes sociales de internet.

En este sentido, importa constatar la importancia creciente que estos medios han tenido. Cuando participé en la ocupación del Instituto de Profesores Artigas (donde estudiaba la carrera de literatura en Montevideo) en el año 96, nuestra estrategia se basó en montar una radio comunitaria con una antena en el techo del edificio. Las posibilidades de alcance eran modestas en ese entonces. Internet, por aquella época, estaba en pañales. Pero a lo largo de los años, la expansión del acceso, la ubicuidad de las redes p2p y el advenimiento de la web 2.0 hicieron que el potencial político de estas nuevas maneras de comunicación comenzara a ser aprovechado cada vez más por los movimientos sociales. En ese sentido, Ocupar Wall Street viene generando una serie de experimentos de participación política horizontales en línea, siguiendo modalidades de trabajo y procesos de toma de decisión provenientes de los métodos de elaboración del software libre, donde la comunidad de usuarios puede acceder al código fuente de los programas informáticos, testearlo, desarrollarlo y contribuir mejoras a su funcionamiento. En ese sentido, el foro de la Asamblea General de Nueva York (http://nycga.net) basado en la plataforma abierta de BuddyPress, es un ejemplo, entre otros, de puesta en práctica de esta filosofía, y funciona como plataforma permanente de debate tanto de la asamblea general como de los grupos de trabajo.

En el conjunto del movimiento, existen unos ciento veinte grupos de trabajo que se focalizan en diversas tareas, desde asuntos operativos, como acciones directas u organización de eventos, así como de la cocina o la infraestructura informática y mediática, hasta proyectos de debate sobre alternativas al neoliberalismo: grupos de trabajo sobre economías alternativas (“Like it or not, Marx is back”), contra los desalojos de los hogares (una de las caras más tristes y visibles en la actual crisis estadounidense), temas educativos (creación de una “universidad nómade”, la iniciativa contra el endeudamiento universitario y por el libre acceso a la educación, etc.).

Si bien una de las críticas que más han sonado sobre este movimiento ha sido su falta de demandas concretas, para los que venimos participando en la asamblea general y los grupos de trabajo está muy claro que se trata menos de demandar que de poner en práctica alternativas de discusión política y de comunicación que tienen la ventaja de impedir toda cristalización pasible de ser cooptada por los poderes estatales. Si bien se han propuesto demandas específicas (como la reivindicación de un programa laboral público, “Trabajo para todos”, a ser financiado por medio de una redistribución fiscal que apunte a romper con el ciclo de acumulación del capital, y que no tenga en cuenta el estatus migratorio ni el pasado penal de los beneficiarios), no es la finalidad del movimiento presentar demandas a un gobierno que se ha mostrado poco efectivo en llevarlas a cabo (de allí la gran decepción con las promesas electorales de Obama), sino más bien de transformar por la vía de los hechos la esfera pública, haciendo que cambien por completo los términos del debate político tal como se venía dando hasta el momento.

Una reflexión sobre el tema educativo

En Sleep Dealer, una película de ciencia ficción del cineasta mexicano Álex Rivera, se presenta, bajo el sello inconfundible de la estética cyberpunk, un cercano futuro posible en el que la muralla que se está construyendo entre la frontera de México y Estados Unidos ya está terminada y el paso desde el sur al norte es imposible.  Eso da origen a un nuevo tipo de actividad económica, posibilitada por las nuevas tecnologías.  Una empresa llamada Cybracero Systems crea un modelo de negocio en el cual los trabajadores mexicanos se conectan a través de internet a unos robots que hacen el trabajo manual al otro lado de la frontera.  El nombre alude al Bracero Program de los años 40, cuando Estados Unidos habilitó el ingreso de trabajadores rurales mexicanos para suplir la falta de mano de obra, consecuencia del enrolamiento masivo en el ejército durante la segunda guerra munidal.   En el futuro cercano que describe la película, los coyotes pasan a ser “cycoyotes”, pues ya no hacen el trabajo de pasar obreros clandestinamente por la frontera, sino que ofrecen implantar los nodos que permiten entrar a trabajar en la nueva empresa en el cuerpo de los trabajadores.  La tecnología de Cybracero Systems se basa en una fuerte integración de lo digital y lo biológico, que conecta a los trabajadores con la “economía global”.

Recientemente, en una entrevista radial al sociólogo uruguayo Renato Opperti escuché una propuesta que me resultó siniestramente (en el sentido freudiano del término) similar al futuro descrito en esta película.  El sociólogo proponía (entre otras muchas cosas) “conectar en redes escuelas y liceos privados con escuelas y liceos públicos, para que se apoyen mutuamente”.  Puesto así parece ser un fin muy loable, y lo es, aunque oculta en su formulación el problema  de integración social que implica la brecha entre la educación pública y la privada.

Uruguay viene haciendo desde hace un tiempo una experiencia de integración en red de su enseñanza pública, que comenzó en la enseñanza primaria y se está extendiendo en la actualidad a la secundaria a través de la aplicación del programa OLPC, conocido localmente como Plan Ceibal.  En Nueva York hemos tenido la oportunidad de conocer el proyecto a través de la charla que ofreció el ingeniero Miguel Brechner en la New School en 2009, y a la teleconferencia brindada por la socióloga Ana Laura Martínez en el Graduate Center de la City University of New York, en 2010.

El esfuerzo de incorporación tecnológica tiene entre sus fines el objetivo explícito de una mayor integración social.  Justamente, entre los problemas que identifica el sociólogo en la educación uruguaya, está el de la integración, ventaja tradicional del sistema educativo uruguayo, cuya vocación universalista no logra abarcar las diversidades sociales que existen en la actualidad.  Afirma el sociólogo:

La igualdad de oportunidades se concibió básicamente como el acceso a un conjunto de servicios sociales básicos (por ejemplo en educación, salud y seguridad social) y de protección social del trabajador, igualando a las personas en sus puntos de partida.  Este concepto igualador, uno de cuyos ejemplos más destacados fue la red de más de 1.000 escuelas rurales ya forjada a mediados de la década de los cincuenta (CIDE, 1966), se ha ido ampliando y afinando para también abarcar progresivamente, aunque con bastante menor éxito, la igualación en las condiciones y en los procesos de prestación de los servicios sociales así como en los resultados obtenidos. El concepto de equidad fue sustituyendo al de justicia como criterio orientador en el diseño y en la evaluación de políticas y programas enfatizando el abordaje de las brechas en la adquisición de aprendizajes y de competencias (Cambiar las miradas y los movimientos en Educación: ventanas de oportunidades para el Uruguay, 29-30).

Al leer esto, uno se pregunta si no habrá que recobrar el antiguo concepto de justicia (social, agregaría yo) ya que la noción de equidad que orienta las nuevas políticas educativas no parece responder a los desafíos que pretende resolver.  Porque, a mi modo de ver, el término diversidad tal como se presenta en el documento esconde, de hecho, la injusticia social.

El mito de que la educación privada es mejor que la pública (promovido, no nos engañemos, por los negociantes de la enseñanza) tiene mucho que ver con la diversidad a que hace referencia Opperti:  a diferencia de esa educación integrada que describe la cita anterior, hoy nuestra educación experimenta una brecha profunda de corte eminentemente clasista.  Yo coincido con el diagnóstico de que esta falta de integración que la brecha entre lo público y lo privado tiende a generar incide en el deterioro del nivel educativo uruguayo.  Sin embargo, creo que, si bien la tecnología puede cumplir un rol en la integración social (así lo demuestra la experiencia del Plan Ceibal, a que hice referencia antes), el hecho simple de que los niños  o los jóvenes estén sentados unos junto a otros contribuiría mucho más a la integración social que una conexión inalámbrica.  Esa educación igualitaria del viejo Uruguay (¿por qué seremos nostálgicos de algo que no conocimos?) a que hace referencia Opertti, tenía aparentemente la virtud de crear la ilusión de que en los ámbitos educativos, las diferencias sociales se borraban.  Hoy, eso ya no existe.  Existe un sistema educativo público, al que se le reclama que forme para “el mercado de trabajo” (entiéndase:  para ser empleados), y una serie de instituciones privadas, que forman elites.  Ello está teniendo consecuencias negativas para la educación en su conjunto, aparentemente.

La solución propuesta, ¿no conlleva el riesgo de que la brecha social se exprese a través de una pantalla de laptop?  Si hoy los pobres son invisibles para un estudiante de una institución educativa con carácter elitista, mañana los pobres serán aquellos avatares que aparecen en la pantalla.  Me viene a la mente otra película (esta entrada de blog me ha salido cinematográfica), la chilena Machuca, donde el director de un colegio privado, el Saint George’s College, hace una experiencia de integración social durante el gobierno de Allende, con la consiguiente protesta de los papás de los nenes “bien” cuando les llenan el cole de “rotos”.  En esa época no había internet, ¿pero era necesario para acercar unos gurises que vivían a unas cuadras unos de otros?  Chile tiene de hecho hoy mismo un problema tremendo de justicia en el acceso a la enseñanza, lo que está provocando la movilización de sus estudiantes y docentes.

Aclaración:  esto lo dice alguien que hizo toda su educación en el sector público Uruguayo, de primaria al IPA, hasta salir de Uruguay.  Le agradezco a la escuela y el liceo públicos, además de una excelente formación (que me dio herramientas invaluables cuando hice mis posgrados en Jerusalén y Nueva York), la vivencia de los problemas sociales reales de mi comunidad, algo que ninguna prueba estandarizada, que yo sepa, se dedica a evaluar.

Sound Side of the Word II @ KJCC

El próximo jueves estaremos presentando, con Ernesto y Sabrina, la performance «Sound Side of the Word».  Será en el King Juan Carlos Center de NYU, a las 7 de la tarde.  Como venimos haciendo ya algún tiempo, vamos a presentar una serie de performances multimedia, utilizando las tecnologías que el software libre proporciona.  Esperamos verlos, pueden encontrar toda la información en el programa del KJCC:

http://www.nyu.edu/kjc/newsletter/newsletter_03_28_11.html

 

Gwibber Daily PPA

Probar versiones nuevas de un programa en desarrollo puede dar algún dolor de cabeza, pero la versión más recientes de Gwibber para Ubuntu solucionó todos los problema que tenía con el programa de microblogging.   El programa permite enviar y recibir simultáneamente a muchos servicios, como Identi.ca, Twitter, Buzz, Facebook, etc.

Ya existe una versión 3.0 estable de Gwibber, pero no está aún compilada como paquete debian.  La versión del PPA en Launchpad en este momento es la 2.91, totalmente estable y sin problemas.  Hay que añadir esta línea:

ppa:gwibber-daily/ppa

a la lista de orígenes del software en Synaptic o en el Centro de software de Ubuntu.  La particularidad es que cada uno de los servicios viene como un paquete separado, por lo que hay que buscar en Synaptic los paquetes necesarios para los servicios que se desee usar.  Los disponibles en la actualidad son:

gwibber-service-buzz
gwibber-service-digg
gwibber-service-facebook
gwibber-service-flickr
gwibber-service-foursquare
gwibber-service-friendfeed
gwibber-service-identica
gwibber-service-pingfm
gwibber-service-qaiku
gwibber-service-statusnet
gwibber-service-twitter

Estos paquetes se ven en Synaptic una vez instalado este ppa, y el proyecto Gwibber siempre está añadiendo nuevos servicios y capacidades para hacernos oír.

The Digital University. Power Relations, Publishing, Authority and Community in the 21st Century Academy

The Digital Unversity

El próximo miércoles 21 de abril, se va a realizar en el Graduate Center la conferencia «The Digital University. Power Relations, Publishing, Authority and Community in the 21st Century Academy».  Esta es la página de registro:

http://is.gd/bx3RB

Yo voy a estar coordinando a las 10 de la mañana el taller sobre publicación académica, en el que participarán como «provocateurs» John Willinsky (el creador de Open Journal Systems), Nick Carbone (Bedford/St. Martin’s), Ron Musto y Eileen Gardiner (ambos de ACLS Humanities E-Book).

La lista completa de ponentes la pueden ver aquí:

http://is.gd/bx97V

Los espero en la conferencia a los que puedan venir por Nueva York, los que no puedan hacerlo pueden aportar desde los foros del sitio web.